Desde el ángulo de la formalidad pictórica, el azul es uno de los elementos cromáticos
constitutivos del lenguaje artístico. En el mundo antiguo, en el Egipto Amarna[1] por ejemplo, el
azul fue uno de los colores más exóticos y difíciles de conseguir, codiciado por reyes y altos
sacerdotes. Para los antiguos griegos y otras civilizaciones paralelas, sin embargo, era un color
aun no reconocible, producto tal vez de una visión aun engranada en los ocres y negros que
adornaban finos dibujos y pinturas sobre diferentes objetos alfareros en aquel tiempo bastante
cotizados. Fue gracias a la iconografía mariana[2], en el complejo contexto postmedieval, donde
el azul fue entrando en el imaginario del artista como una idea de superioridad celestial. Sin
embargo, hace 6,000 años en el antiguo Perú, el uso del azul estuvo asociado a elaboradas
técnicas de producción, a rituales religiosos andinos, como en la dieta a una especie de
molusco “choromytilus chorus” o choro azul, que medía de 13 a 21 centímetros de largo, que
con el tiempo y su consumo desaparecería, sin embargo, era elemento básico de la mesa de los
antiguos habitantes de Caral.
En el contexto contemporáneo, el azul se descompone en una serie de gamas sobre distintas
tonalidades equiparables a los infinitos grises vanguardistas, las cuales buscan un espacio, un
recuerdo, una idea, un orden, un estado emocional, la línea que divide al mundo terrenal del
celestial o del mundo subterráneo. Todo lo dicho se puede evidenciar desde la perspectiva
visual de veintitrés artistas plásticos que reflexionan sobre su experiencia desde este color y su
génesis en la historia de la psiquis, la sociedad y la supervivencia.
Por un lado, el azul como parte de un discurso emocional se puede visualizar en los trabajos de
los artistas, Lucila Fernandez, Mirella Bonelli, Marcia Castagnetto, Coqui Vela, Karin Damian, y
Alicia Quispe. Ellos, encuentran en la experimentación formal desde el azul, una estrategia para
representar su mundo interno a veces interpelador.
En contraste, el azul también se entiende como una estrategia de aprehensión de la realidad,
como en el caso de Julio Gómez, quien presenta una serie inspirada en la micro- cultura de los
buses de Lima. O, como Percy García, quien establece un diálogo cercano con la iconografía
del siglo XVII. Bertha Esteban reflexiona y repiensa al azul como parte de un proceso
intelectual, y Nancy Angulo quien crea un orden y una armonía dentro de un universo caótico.
O en sentido opuesto, el azul se vuelve un espacio de meditación sobre los sueños y la
imaginación crítica, como en el trabajo de Susana Estrada. De introspección y extrospección de
cara a la aguda realidad global como en el trabajo de Ademar Díaz. Y de oscuridad y de gelidéz
interna como en la obra de Luz Amelia Medina.
Existe además un espacio aislado para reflexionar sobre una relación espiritual desde el
azul como un croma en sí mismo o color puro, como en el trabajo de Patricia Limón,
Marco Antonio Torres y Juan Landeo.
Persi Narvaez, Eduardo Cochachín y Lenin Vásquez se adentran en un lenguaje urbano
abstracto y surrealista de fuertes tonos girando hacia una profunda nostalgia biologizando lo
urbano con sueños con altas trasparencias y planos de color.
Otros artistas de fuerte
contenido emocional y notable trayectoria como Agustín Rojas Baca, Marlene Quezada,
Marta Villafuerte y José Gómez se adhieren a esta muestra para plasmar una interioridad
azulada en constante desarrollo.
En todos ellos, artistas bellasartinos, existe un discurso en común: una investigación sobre
el color azul y sus posibilidades para desarrollar un lenguaje visual paralelos al circuito
formal, vinculado a una realidad no solo subjetiva sino desde sus propios sujetos
sintonizados en un entorno limeño de migraciones ideológicas que los condiciona, desde
distintas realidades socializantes, sobre la sonoridad de una melodía como aquella de un
controversial músico latinoamericano[3] quien ya no se encuentra componiendo y
recomponiendo en este planeta azul trascendiendo al mundo de los dioses mitológicos,
quien compusiera el tema “Estoy azulado” para expresar una pérdida silenciosa.
Todos
estos artistas proponen hoy una nueva fenomenología local del color azul.
[1] Zona en donde se edificó la ciudad egipcia del Rey Akhetatón a mediados del siglo XIV a. C., la nueva capital
de Egipto, con un nuevo y singular tipo de arte basado en la interacción del alto y el bajo relieve.
[2] Desde principios del cristianismo se profesó una gran devoción a María, esto motivó que los Padres de la Iglesia la
alabaran y la describiesen de manera física y espiritual.
[3] Gustavo Adrián Cerati, cantante y compositor argentino líder de la banda de Rock Soda Estero, fallecido el 4 de
septiembre del 2014.
Texto a cargo del Colectivo Bye Paz.
Redacción: Ademar Díaz Aparicio
Diseño de Flyer: Jules Guillerot
Véase la nota de prensa, La Mula: https://tvrobles.lamula.pe/2018/05/09/se-inaugura-exposicion-azulado-en-el-centro-cultural-del-rimac/tvrobles/
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